Riley B. King nació en Estados Unidos en el estado de Misissippi, donde el blues se vive a diario en sus calles, y es, según la revista Rolling Stone, el más grande guitarrista en vida y el tercer mejor guitarrista de la historia detrás de Jimi Hendrix y Duane Allman, ambos fallecidos.
En los años 50, King comenzó a posicionarse en el ambiente del Rockabilly después de incluir una serie de éxitos en su haber como "When My Heart Beats like a Hammer"; "Please Accept My Love"; "Every Day I Have the Blues"; "Please Love Me", entre tantos otros.
B.B. King tuvo una serie de conciertos en Argentina, y en uno de ellos conoció al que muchos consideran como a uno de los mejores guitarristas del país.
Pappo contó la anécdota: “El viejo (BB
King) venía en limusina por Libertador y, ya llegando a Obras,
empieza a escuchar “Blues Local”. El negro cuando paró la limusina,
se bajó y se golpeó en el pecho diciendo: “Who is this guy? I want him in
the show” (¿Quién es este tipo? quiero que toque conmigo) y se fue
para adentro, dejando la orden. Yo ni idea, nadie me dijo nada. Terminé de
tocar, me puse en bolas y me tiré en la pileta de los basquetbolistas
que hay en el vestuario; entonces, al rato me llamó Miguel Ángel, que era un
asistente, y me dijo: “Carpo, te está llamando el negro del escenario,
vestite, apurate”. Tenía mojados los pantalones de cuero y no me los
podía subir; me puse una camiseta y subí al escenario con medio culo al
aire, y al segundo paso que di el pantalón hizo “plic” y subió, y ahí le
di la mano a B.B. King y le dije: “Nice to meet you, sir; thank you”, y me
iba. Empezó a pedir que me dieran una guitarra; yo pensé: “¿Qué le pasa a
éste?”. Empecé a tocar y no me di cuenta: yo estaba ahí arriba, fue como
estar en Fórmula 1. El público empezó a gritar “¡Y dale Pappo!”: yo le
agradezco al público que apoyó en ese momento. El que menos se imaginó que iba
a estar ahí fui yo, que me agarraron con los lienzos bajos… Maravilloso.
Terminó el concierto, nos abrazamos todos llorando, emocionados,
y B.B. King me dijo “Tenés que venir a tocar a Nueva York conmigo“, y yo
le digo: “Sí, está bien”".
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